El reto actual de transición a un modelo circular al que se enfrenta el sector textil, marcará la diferencia entre las empresas que consigan mantenerse a flote y aquellas que se vean abocadas a desaparecer, por obsoletas y arcaicas. Una realidad empujada por una mayor consciencia de los consumidores que exigen más y perdonan menos, con cambios en las pautas de consumo y un marco legal más restrictivo.
No podemos seguir consumiendo y produciendo ni al mismo ritmo ni de la misma forma. Las empresas tienen que jugar un papel fundamental tanto dentro de su propia organización como fuera de ella, frente al consumidor y la sociedad en su conjunto. Hay que resetear los modelos de negocio actuales, con una mirada hacia el futuro y una reflexión profunda sobre las motivaciones para seguir en la industria.
Llegados a este punto no hay excusas ni tiempo que perder para abordar un cambio que pasa por entender las consecuencias de cada una de las decisiones que se toman dentro de la empresa y su impacto. En definitiva, urge responsabilizarse.
Las empresas disponen ya de mecanismos y palancas que les ayudarán a prepararse y acelerar esta transición. Una nueva forma de trabajar que ofrece incontables oportunidades para que el sector siga siendo rentable pero con un enfoque diferente.
